pires de metal : rodolfo walsh octubre de 2002
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Rodolfo Walsh
Buenos Aires. abril 27
Querido Roberto:

(...)
En este clima, comprenderás que las únicas cosas sobre las que uno podría o desearía escribir, son aquellas que precisamente no puede escribir, ni mencionar; los únicos héroes posibles, los revolucionarios, necesitan del silencio; las únicas cosas ingeniosas, son las que el enemigo todavía desconoce; los posibles hallazgos, necesitan un pozo en que esconderse; toda verdad transcurre por abajo, igual que toda esperanza; el que sabe algo, no lo dice; el que dice algo, no lo sabe; el resultado de los mejores esfuerzos intelectuales se quema diariamente, y al día siguiente se reconstruye y se vuelve a quemar.
Este cambio doloroso es sin embargo extraordinario. Para algunos, la vida está ahora llena de sentido, aunque la literatura no pueda existir. El silencio de los intelectuales, el desplome del boom literario, el fin de los salones, es el más formidable testimonio de que aun aquellos que no se animan a participar de la revolución popular en marcha lenta marcha, no pueden ya ser cómplices de la cultura opresora, ni aceptar sin culpa el privilegio, ni desentenderse del sufrimiento y las luchas del pueblo, que como siempre está revelando ser el principal protagonista de toda historia. (...)
¿Nos veremos? Lilia y yo no perdemos la esperanza de que alguna coyuntura favorable lo permita. Entretanto te rogamos transmitir a todos los amigos y compañeros nuestro cariño, nuestra confianza y, por encima de todas las cosas, nuestra inconmovible seguridad en la victoria de los pueblos que profetizaba el Che. Un abrazo,

Rodolfo




Fragmento de carta a
Roberto Fernández Retamar, 1972



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