21 de abril de 1889
Tendría miedo de perder la facultad de trabajar, que retorna
ahora, forzándome, y cargando además con todas las
otras responsabilidades encima, de tener un taller.
Y provisionalmente deseo quedar internado; tanto para mi propia
tranquilidad, como para la de los demás.
Lo que me consuela un poco es que comienzo a considerar la locura
como una enfermedad como cualquier otra y acepto la cosa como tal;
mientras que, en las crisis mismas, me parecía que lo que
imaginaba era la realidad. En fin, justamente no quiero pensar ni
hablar de ello. Permíteme evitar las explicaciones; pero
a ti, a los Sres. Salles y Rey les pido que para fin de mes o para
los comienzos del mes de mayo me admitan allá como pensionista
internado.
Recomenzar esta vida de pintor como hasta ahora, aislado luego en
el taller y sin más recurso para distraerse que ir a un café
o a un restaurante, con toda la crítica de los vecinos, etc...
yo no puedo; ir a vivir con otra persona, aunque fuera otro artista
-difícil, muy difícil- es tomar sobre sí una
responsabilidad demasiado grande. No me atrevo ni siquiera a pensarlo.
En fin, comencemos por 3 meses, después veremos; la pensión
debe ser alrededor de 80 francos y me dedicaré un poco al
dibujo y a la pintura, sin poner tanto ardor como el año
pasado. No te apenes por todo esto. Ocurre que estos días,
desocupando la casa, transportando todos mis muebles, embalando
la telas que te enviaré, era todo muy triste; pero me parecía
más triste todavía que, después de tanta fraternidad,
todo esto me lo habías dado tú y durante tantos años
eras sin embargo tú solo el único que me sostenía,
y al final acabar en la necesidad de repetirte toda esta triste
historia; pero me es muy difícil expresar lo que sentía
entonces. La bondad que has tenido para conmigo no se ha perdido,
pues si la tuviste, te queda; así que, aun cuando los resultados
materiales fueran nulos, sin embargo con más razón
te queda; pero no lo puedo decir como lo sentía.
Ahora, ya comprenderás que si mi locura ha venido evidentemente
por culpa del alcohol, habrá sido muy poco a poco y también
se irá muy poco a poco, en caso de que se vaya, por supuesto.
O si vino de fumar, pues lo mismo. Eso es lo único que deseo
-la curación- (...)
Te aseguro que en estos extraños días, en que tantas
cosas me parecen grotescas porque mi cerebro está agitado
no llego a detestar al tío Pangloss.
(...) En cuanto a mí, ya comprenderás muy bien que
no habría escogido precisamente la locura si hubiera tenido
que elegir, pero cuando a uno le cae una carga semejante, ya no
pesca nada más. Al menos, quizás me quede también
el consuelo de continuar trabajando un poco en la pintura.
(...)
Todas tus bondades para conmigo las he encontrado hoy más
grandes que nunca; no te lo puedo decir como lo siento, pero te
aseguro que esa bondad ha sido de buena ley y si no ves los resultados,
mi querido hermano, no te apenes por esto; te quedará la
bondad.
(...)
Si ves a Gauguin o si le escribes, dile muchas cosas de mi parte.
Me alegraría mucho saber algunas noticias de lo que dices
de la madre y de mi hermana; y si se encuentran bien, diles que
tomen mi historia -¡a fe mía!...- como una cosa por
la cual no deben afligirse desmedidamente, porque soy relativamente
desgraciado, pero quizás me queden todavía a pesar
de esto algunos años casi comunes en perspectiva.
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