Mauve me reprocha por haber dicho: "yo soy un artista",
pero no me retracto, porque es evidente que esta palabra lleva implícita
la significación de: "buscar siempre sin encontrar jamás
la perfección". Es precisamente lo contrario de: "ya
lo sé, ya lo he encontrado".
Esta frase significa por lo tanto que yo sepa: "yo busco, yo
persigo, y lo hago con todo mi corazón".
Sea en la figura, sea en el paisaje, yo quisiera expresar no algo
así como un sentimentalismo melancólico, sino un profundo
dolor.
Por encima de todo, yo quiero llegar a un punto en que se diga de
mi obra: este hombre siente profundamente y este hombre siente delicadamente.
A pesar de mi reconocida torpeza, ¿me comprendes, no? O quizás
a causa de ella.
¿Qué soy a los ojos de la mayoría de la gente?
-una nulidad o un hombre excéntrico o desagradable- alguien
que no tiene un sitio en la sociedad ni lo tendrá; en fin,
poco menos que nada.
Bien, supón que eso sea exactamente así; entonces
quiero mostrar por medio de mi obra lo que hay en el corazón
de un excéntrico, de una nulidad.
(...) Aun cuando viva a menudo en la miseria, tengo en mí,
sin embargo, una armonía y una música calma y pura.
En la casita más pobre, en el rinconcito más sórdido,
veo cuadros o dibujos.
Yo mismo no sé cómo lo pinto, acabo de sentarme con
un cuadro blanco delante del sitio que me impresiona, observo lo
que tengo delante de los ojos y me digo: este cuadro debe volverse
algo -y me vuelvo descontento-, lo echo a un lado y después
de haber reposado lo miro con cierta angustia -y sigo descontento
porque tengo demasiado en el espíritu esta maravillosa naturaleza
para que pueda estar contento-, pero, a pesar de eso, veo en mi
obra un eco de lo que me ha impresionado, veo que la naturaleza
me ha contado algo, me ha hablado, y que yo lo he anotado en estenografía.
Me siento lleno de nuevos goces que encuentro en las cosas que veo,
porque tengo una nueva esperanza de hacer algo grande dondequiera
que haya alma.
Hacer estudios, según pienso, es sembrar, es hacer cuadros,
es recolectar.
Creo que se piensa más sanamente cuando las ideas surgen
del contacto directo con las cosas que cuando se miran las cosas
con el fin de encontrar tal o cual idea.
En todo caso, si la gente encuentra bien o no lo que hago y cómo
lo hago, por mi parte no veo otro camino que el de luchar con la
naturaleza todo el tiempo que sea preciso para que ella me confíe
su secreto.
La prueba de que ya sé qué quiero poner en mi obra,
y qué esfuerzos debo realizar aunque tenga que hundirme,
es que tengo una fe absoluta en el arte.
Si la pradera no se me atraviesa, quisiera rehacer este estudio,
porque el espectáculo era muy bello, y me ha costado mucho
encontrar la composición. Una pequeña ciudad rodeada
de una campiña completamente florecida de amarillo y violeta,
tú sabes que sería tan hermoso como un sueño
japonés.
No creas, pues, que vaya a mantener artificialmente un estado febril;
pero has de saber que estoy en pleno cálculo complicado,
de donde resultan en seguida una tras otra, telas hechas muy ligero;
pero calculadas de antemano largo tiempo. Por eso, cuando digan
que esto ha sido hecho muy rápido, tú podrías
responderles que ellos también las han visto demasiado rápido.
Además me he paseado por allá con un pintor que decía:
pintar esto sería una lata. Solamente que ya van 50 veces
que voy a Mont Majour para observar ese panorama llano, ¿no
es así? Me he paseado también con alguien que no era
pintor, y como yo le dijera: "Mire, para mí esto es
bello e infinito como el mar", me respondió -y él
conoce el mar: "Me gusta esto más que el mar, porque
es también infinito y sin embargo se siente que está
habitado".
Si yo pensara, si yo reflexionara en las posibilidades desastrosas,
no podría hacer nada; me arrojo con la cabeza perdida en
el trabajo, resurjo con mis estudios; si en el interior de la tempestad
retumba demasiado fuerte, me bebo un vaso de más para aturdirme.
Esto es estar trastornado frente a lo que se debería ser.
Pero antes de ahora me sentía menos pintor, la pintura se
vuelve para mí una distracción como la caza de conejos
para los aburridos, que la hacen para distraerse.
La atención se vuelve más intensa, la manos más
segura.
Entonces es por esto que me atrevo a asegurarte que mi pintura será
cada vez mejor. Porque no tengo más que esto.
Te aseguro también que si tú me enviaras por casualidad
alguna vez un poco más de dinero, esto haría mucho
bien a los cuadros, pero no a mí. Yo no tengo más
que la elección entre ser un buen o un mal pintor. He elegido
lo primero.
Tengo un montón de ideas para nuevas telas. He vuelto a ver
hoy esa misma barca carbonera con los obreros que la descargan,
de la cual ya te he hablado, en el mismo lugar de las barcas areneras
de las cuales te he enviado un dibujo. Sería un motivo notable.
Solamente que yo comienzo a buscar, cada vez más, una técnica
simple, que tal vez no sea impresionista. Quisiera pintar de manera
que, en rigor, todo el que tuviera ojos, pudiera ver claro.
Y en un cuadro, yo quisiera decir algo consolador como una música.
Quisiera pintar a los hombres o a las mujeres con no sé qué
de eterno, de lo que en otro tiempo el nimbo era el símbolo,
y que nosotros buscamos por el centelleo mismo, por la vibración
de nuestros coloridos.
(...)
Estoy así siempre entre dos corrientes de ideas; las primeras:
las dificultades materiales, volverse y revolverse para crearse
una existencia, y después: el estudio del color. Siempre
tengo la esperanza de encontrar algo allí dentro. Expresar
el amor de dos enamorados por la unión de dos complementarios,
su mezcla y sus oposiciones, las vibraciones misteriosas de los
tonos aproximados. Expresar el pensamiento de una frente, por el
resplandor de un tono claro sobre un fondo oscuro.
Expresar la esperanza por alguna estrella. El ardor de un ser por
la radiación del sol poniente. Cierto que allá no
está el espejismo realista, pero, ¿no es una cosa
realmente existente?
Yo siento, hasta el extremo de quedar moralmente aplastado y físicamente
aniquilado, la necesidad de producir; precisamente porque en resumen
no tengo otro medio de llegar a compensar nuestros gastos.
Y no puedo hacer nada, ante el hecho de que mis cuadros no se vendan.
Llegará un día, sin embargo, en que se verá
que esto vale más que el precio que nos cuestan el color
y mi vida, en verdad muy pobre.
No tengo más deseo ni más preocupación en cuestión
de dinero o de finanzas, en primer lugar, que suprimir deudas.
Pero, querido hermano, mi deuda es tan grande, que cuando la haya
pagado, cosa que pienso llegar a hacer, el mal de producir cuadros
me habrá robado la vida y me parecerá no haber vivido.
24 de marzo
El Dr. Rey dice que en lugar de comer bastante y regularmente, me
he sostenido, sobre todo, por el café y el alcohol. Admito
todo esto; pero, ¿quedará como cierto que por conseguir
la alta nota amarilla que he logrado este verano, me ha sido muy
necesario empinar un poco el codo? (...)
Y ahora te cuento lo que ha sido la causa primera y última
de mi extravío.
Tú conoces esta expresión de un poeta holandés:
"Ik ben aan d'aard gehecht met meer dan aardsche banden."
(Yo estoy atado a la tierra por lazos más que terrestres)
Eso es lo que he experimentado con mucha angustia -antes que nada-
en mi llamada enfermedad mental.
Desgraciadamente, tengo un oficio que no conozco lo suficiente para
expresarme como desearía.
30 de abril de 1889
El agua de una inundación ha subido hasta pocos pasos de
la casa; y era normal que la casa, que se había quedado sin
fuego en mi ausencia, a mi regreso rezumase agua y salitre por las
paredes.
Esto me produjo mal efecto; no solamente el taller sumergido, sino
hasta los estudios, que hubieran sido el recuerdo, anegados; es
algo ya definitivo; y mi impulso por fundar algo muy simple pero
duradero, me había ilusionado tanto. Ha sido luchar contra
fuerzas mayores; o más bien ha sido debilidad de carácter
por mi parte, porque me quedan remordimientos graves, difíciles
de definir. Yo creo que esto ha sido la causa de que haya gritado
tanto en las crisis; que yo quería defenderme y ya no podía
más.
Tengo siempre enormes remordimientos, cuando pienso en mi trabajo
tan poco en armonía con lo que hubiera deseado hacer.
25 de junio de 1889
Los cipreses me preocupan siempre; quisiera hacer algo como las
telas de los girasoles, porque me sorprende que nadie los haya hecho
todavía como yo los veo.
12 de febrero de 1890
El artículo de Aurier me dio ánimos; si me atreviera
a dejarme llevar, a arriesgar más, a salir de la realidad
y hacer con el color como una música de tonos, como son ciertos
Monticelli. Pero me es tan querida la verdad, el buscar hacer lo
verdadero, también; en fin, creo que prefiero seguir siendo
zapatero, a ser músico con los colores.
En todo caso, tratar de mantenerse verídico es quizás
un remedio para combatir la enfermedad, que no deja de inquietarme.
29 de abril de 1890
¿Qué decirte de estos dos meses pasados? Esto no va
muy bien; estoy triste y embrutecido, más de lo que sabría
expresar y no sé ya dónde estoy.
(...)
Hazme el favor de rogar al señor Aurier que no escriba más
artículos sobre mi pintura; dile con insistencia que, para
empezar, sus chismes sobre mí se engañan, puesto que
realmente me siento demasiado entristecido para poder enfrentarme
a la publicidad. Hacer cuadros me distrae; pero si oigo hablar de
ellos, me causa una pena que él no sabe...
He caído enfermo en la época en que hacía las
flores de almendro. Si hubiera podido continuar trabajando, puedes
deducir de ahí que hubiera hecho otros árboles en
flor; verdaderamente no tengo suerte. Sí; hay que tratar
de salir de aquí, pero, ¿dónde ir?
(carta que Vincent tenía sobre sí el 29 de julio
de 1890)
Pues bien, la verdad es que sólo podemos hacer que sean nuestros
cuadros los que hablen. Pero sin embargo, mi querido hermano, añado;
que siempre te he dicho -y te vuelvo a decir todavía otra vez
con toda la gravedad que pueden dar los esfuerzos del pensamiento
asiduamente fijo para tratar de hacer tanto bien como se pueda- te
vuelvo a decir aún que yo consideraré siempre que tú
eres algo más que un simple marchand de Corot, que por mediación
mía tienes tu parte en la producción misma de ciertas
telas que aun en el desastre guardan su calma.
(...) |