Me sentí como asaltado por el milagro increíble de
su fuerte y violenta existencia... Cada árbol, cada franja
de tierra amarilla o verduzca, cada seto vivo, cada camino excavado
en la colina pedregosa, la jarra de estaño, la escudilla
en la tierra, la mesa, la butaca rústica, era un ser recién
nacido que se alza ante mí, saliendo del espantoso caos de
la no-vida, del abismo del no-ser y yo sentía -no, yo sabía-
que cada una de estas criaturas había nacido de una duda
horrible que desesperaba del mundo entero, que su existencia era
testigo eterno del odioso abismo de la nada... Yo sentía
por doquiera el alma de aquél que había hecho todo
eso, quien por esta visión se daba una respuesta para liberarse
del espasmo mortal de una duda espantosa.
(acerca de una muestra de Vincent van Gogh)
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