pires de metal : johann faber 1105 Nro. 2 octubre de 2002
   <
Johann Faber 1105 Nro. 2
Estimada Srita. Dos Banderas

Una vez más, usted y yo, como dos obedientes marionetas del destino. Frente a frente. Nuestro duelo: un deja vú, un sueño recurrente, un combate parejo que repetimos ante dos ojos ¿imparciales?, en el poroso ring de una página en blanco.
Me temo que esta vez será el último. Es por eso que le escribo esta carta, que intenta ser una despedida (espero no muy solemne, aunque... cómo evitarlo).
Por una vez escribiré palabras en su honor.
¡Qué ironía! Nadie me ha sido tan fiel como usted. Siempre a mi lado, en los peores momentos y en los mejores (quiero creer que los hubo), como una sombra, o mejor: una huella invisible. ¡Si me ha criticado, mujer! Excesivamente, en muchas ocasiones, permítame decirle.
Pero si he forjado un carácter ha sido, entre otras cosas, gracias a esa obsesiva manía suya de atender mis impulsos, mi incontinencia verbal, mis sueños de grandeza, mi ansiedad, etc. Como el sparring al campeón, sus manos continentes me han modelado.
Lamentablemente, la misteriosa elipse de la vida nunca nos permitió una tregua para conocernos más y mejor. Nos ha querido a un lado y al otro del espejo.
¿Existe tal espejo? No espero su respuesta. Yo he sido siempre el que pregunta y usted la que borra /calla /otorga.
Existe. Ambos lo sabemos. Es un espejo negro, un mundo de sombras, de
alfabetos y nocturnidad. Usted diría: no, es un espejo blanco, mudo,
cegador. Y empezamos otra vez. Antagonismo, lo único que sabemos hacer
desde que fuimos concebidos. Pero la vejez apacigua los ánimos. La vejez es una goma que se lleva los malos y buenos recuerdos. ¿Cuántas palabras me ha llevado, mi querida Dos Banderas? ¿A dónde han ido estas palabras?
Apenas me queda cuerpo para seguir esta lucha. Es por eso que tomo una
de sus dos banderas blancas (amarillentas) para hacerla flamear entre
nosotros, sin pretender de usted el mismo gesto. Me conforma el tiempo dispensado en escucharme.
Y si hablara, preferiría no escuchar esa respuesta. Estoy cansado. Y no sobreviviré a un nuevo sacapuntas. Mis últimas fuerzas son para esta confesión de gratitud.
Ya es tiempo de hacerle una visita a la nada, su dominio. Acaso sea un regreso.
Afectuosamente -y quedándose con la última palabra- su rival de siempre

Johann Faber 1105 Nro. 2










   <
t e r r a z a
 
libros música multimedia sala revista infrecuente surtido kiosco muelle
hacemos terraza | e.mail