Alejandra Pizarnik |
Toda azul |
- Azul es mi nombre -dije.
Los jardines del hospicio con estatuas, con flores obscenas.
Los vestidos de azul iban y venían como quien recita un mismo
poema interminable.
- ¿Por qué traes los ojos tan fijos? -dijo.
Yo misterio mi mirada para que al mirarla no se vuelva azul la rosa
rosa.
Aquí vienen mis tres amigas: V., S. y O.
O.: de sacerdotisa sus ojos de pájara, de topo sus manos, de
reina de desterrados su voz.
O. me cuenta cuentos de muertes inacabadas.
- O., tengo miedo de este gran NO que se me sube a la cabeza.
Hablamos. Así somos dos quienes se reparten el botín,
el peso del cadáver.
V. me insta a responder al llamamiento. Amiga cercana como el dolor
de mi nuca. Rigurosa como una emperatriz bizantina, es capaz de morir
por una palabra mal pronunciada.
- Lugar azul se llama mi recinto -dije.
Es tarde para gritar. El embaucamiento degradó las apariencias.
- Jaula azul -dije indicando la prisión donde yacía.
- ¿Por qué crimen? -preguntaron las damas que ululaban
como las sirenas de un barco que se hunde.
- Si me dan el cuadrado mágico que cambia los colores y los
vuelve fugitivos, entonces sí.
- Solo queremos ayudarte -dijeron.
- No pueden -dije llorando sin tristeza, sin piedad.
Cantaron himnos para curarme. Aprecié la distancia que me separaba
de ellas. Yo estaba tan sola que mis miedos desaparecieron como por
ensalmo.
Mostré, uno a uno, los dedos de una de mis manos.
- El lujurioso, el voluptuoso, el lúbrico, el mórbido
y el lascivo. Mi mano es el espejo de la matadora.
- Danos más explicaciones -dijo S.
- Un instante ilícito se paga con años de silencio opaco.
¿A quién contar mi alegría y mi antigua ternura?
- A una cebra heráldica, a un pingüino rosado -dijo la
de los ojos de maga.
Un animal de papel atravesó el lugar azul.
Cuando yo, la presagiosa en mis sueños privados; la transformista
de sus emblemas antiguos y humillados; cuando yo, ¿entienden?
- No.
- Ronda nocturna. Un payaso me sonríe a fuego vivo y me transforma
en una muñeca: Para que nunca te marchites (dice).
- Danos más explicaciones -dijeron las celestes.
- Los sufrimientos me dispensan de dar explicaciones -dije.
Sonreí.
- Mis amores con el payaso duraron lo que la lluvia -dije-. También
él quería ir-hasta-cierto-punto.
Sonreí.
- Loba azul es mi nombre -dije.
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Obras Completas, poesía completa y prosa selecta, Corregidor, Buenos
Aires, 1993.
Páginas 210/211 |