Monod se me figura en sueños junto a un coro de eunucos lasallanos que se arrojan en tropel hacia las duchas.
Juntajabones
de manos macilentas que vivan desgarrados el nombre del antepenúltimo
fascista
y se hurgan entre el pelo de la tripa hasta encontrar quizás a medianoche los restos cárneos de unos huevos cancerosos